15.10.15



Uno tras otro los días se habían deslizado sobre la piel como disolvente, llevándose cada uno una finísima capa del pigmento del tatuaje y de los recuerdos de ambos. Los contornos, igual que las circunstancias seguían allí, negros y bien perfilados, pero los colores se habían mezclado y desvaído hasta acabar fundidos en un tono mate y uniforme, en una neutral ausencia de significado.


La Soledad de los números Primos.



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