30.5.10

Ops



Me llegan a doler esas partes del cuerpo que no sabía que tenía, cuando peleo contigo. Se me hace un nudo que se acrecienta con los días y estoy constantemente queriendo llorar... Pareciera que me pasaran las peores cosas cuando siento que estás a millones de kilómetros de mi y no puedo siquiera doblarme por la mitad y apoyar mi cabeza en tus rodillas. No sé como pedir disculpas, ni tampoco como formular las palabras correctas que digan que quizás lo siento.
Nunca pido perdón, porque mi mundo gira bajo mis reglas y definiciones. No soy compatible con dejar torcer mi brazo y mi orgullo es demasiado gigante como para quebrarlo por la mitad o simplemente dejarlo de lado. Es por eso que cuando se trata de perdonar No lo hago. En el fondo lo siento pero no soy capaz de decirlo en voz alta, con letras mayúsculas ni de frente. A veces lo escribo y a veces simplemente lo callo...


pero ahora... LO siento.

25.5.10

Insoportable!



Quizás es que yo soy insoportable; quizás es que no tengo paciencia y las cosas van explotando lentamente a lo largo de los días, semanas o meses; quizás es el stress de las últimas semanas, o quizás es simplemente que cuando no gano nada y las cosas van de gris oscuro a negro, sólo descubro que soy poco tolerante, inexpresiva y hermética. 

Últimamente soy sólo mi parte más negra, triste e insoportable. Soy esa parte que no me gusta, la parte que está en un enojo constante y percibe que de repente nada va a mejorar con el paso de los días. Aunque después, el futuro probablemente diga lo contrario. No sé porque, ni cómo, pero de repente descubro que no puedo sonreír ni ser amable aunque me lo proponga de la manera más sincera.

Mi hermana es una de esas personas que sonríen de manera constante, los días malos son para ella algo que no merece tiempo ni ganas y nuestra compatibilidad se da porque somos polos opuestos en nuestro propio universo. ¿Por qué de repente siento que no nos llevamos, qué volvemos a lo de antes?. Ni sé como explicar que pasa, pero me tiene en el constante estado de rabia y pena a la vez. Puede que sea mi culpa y se deba todo a mis días negros e insoportables.

20.5.10


Quizás deba seguir, quizás debe sacarlo todo y empezar... otra vez. Como un mapa en blanco, dibujar yo misma los caminos, los nombres de los lugares importantes y el norte y el sur, aunque estén al revés y nada tenga sentido. Voy otra vez en la dirección equivocada, lo sé. O quizás no es eso sino que voy directamente sin dirección. Estoy en este estado de pausa que no sé como explicar, podría dormir todo el tiempo y llorar... pero eso es lo peor: No hay nada que odie más que llorar y sentirme estúpida y débil. Por eso no lo hago, por eso las reprimo, no salen jamás ni tampoco espero que en el futuro vayan a salir. Espero que se queden ahí, siempre ahí.
¿Cuándo partí con esto?, ¿Cuando detecte que no voy a ningún lado? y ¿Por qué no pude frenarlo antes? Tengo miedo de caer, de no salir, de estar en pausa por mucho rato y no saber donde ir ni que hacer, de no encontrar el botón de Play no saber volver.
Odio estos estados de mierda en los cuales todo pasa delante de mis ojos como imágenes borrosas sin sentido. Odio ser aire, flotar en medio de la nada.

7.5.10

¿Ah?



El lugar.... ese que buscamos, esta a veces tan a la mano que es imposible verlo, pero a veces -y supongo- se necesita de un camino largo para encontrarlo. Es por eso que creo que mi lugar va a requerir un poco de búsqueda y bastante paciencia. Lo que sé de seguro es que este definitivamente no es mi lugar, y esta no soy yo y definitivamente tú ya no eres tu. Ahora me odias, ahora ya no me hablas más, ahora ya siento que NO somos. Y si es que yo creía que no sentía "nada", es la verdad. Sólo que quizás no quiero que me odies, no quiero que me ignores y definitivamente no quiero que no me quieras. ¿Cuándo dejaste de estar? y lo más importante: ¿Por qué creo que esto es importante y estoy dedicándole minutos de mi vida y párrafos de mi historia?

4.5.10

Analizó, visualizo la salida, recorrió la salita con la mirada y con todo el asco del mundo bebió el desabrido té de hierbas que la señora Adelina le había traído.
-Gracias -dijo con una suerte de agradecimiento a su interior por tragarse esa espantosa mezcla de agua, palitos verdes y hojas sin azúcar.
-Espero que te sientas mejor. Si quieres puedes llamar a tu madre desde aquí... - dijo Adelina.

Lucia palideció, sabía que si su madre sabía que se había desmayado de nuevo, ya no se salvaría de los doctores y especialistas. Sabría finalmente que jamás se había curado, sólo escondido su enfermedad...

-¡No!, yo... este, mire... Fito me acompaña, además no es nada y en realidad el té ha ayudado bastante. -Sonrío y con eso Adelina creyó lo que decía.
-Bueno, entonces le pediré a Alex que vaya contigo.
-¿Alex? preguntó Lucia.
-Si, mi nieto. El que te trajo en brazos desde la calle...
-¡Oh!- exclamó Lucia. Sabía que alguien la había traído en brazos y jamás se había sentido tan bien en los brazos de nadie, pero no espero que esa persona aun estuviera allí - No, no se preocupe, yo... yo puedo sola, además mi perro me espera y él me lleva...

De repente un joven se asomó por la puerta de la salita y preguntó si podía entrar. Vestía jeans y zapatillas, un polerón gris con un dibujo en el centro. Tenía los ojos de un castaño tan claro que al sol seguramente se veían verdes, el pelo café claro y corto. Su sonrisa podía llenar espacios vacíos, y era tan irreal que Lucia creyó que aun estaba desmayada. Se sonrojó por la vergüenza de que hubiese sido el quien antes la llevara en brazos a aquel sillón.
Adelina captó en un segundo el campo magnético que flotaba en sus miradas y rompió el extraño y vergonzoso silencio diciendo a Alex que llevara a Lucia a su casa y que ni se le ocurriera dejar que se fuera sola.

-Bien si te sientes mejor vamos, que tengo que salir en un rato -dijo Alex con un tono de molestia por tener que llevar a "la desmayada" a su casa.

Lucia no pudo decir nada, no era su casa y mal que mal el la había ayudado en la calle, aunque ella no se lo hubiera pedido. Se sintió fatal por ser una molestia, pero no quería que la amable señora se sintiera mal y tampoco causar más líos en esa casa. Se levantó del sofá y Adelina le tomó las manos y le dijo: -Lo siento, no me presente. Soy Adelina y si algo vuelve a sucederte creo que ya sabes donde vivo. Cuidate pequeña y come algo, se nota en tus ojeras que no has comido en días.
Lucía sintió escalofríos al contacto con esas manos y al oír esas palabras. Recordó a su abuela, a esos ojos que le rogaban que no se abandonara, que luchara, que no dejara que el miedo le atravesaran el alma. Esos ojos de los cuales no pudo despedirse jamás.