A ratos, los bordes se alzan y duelen… un dolor lacerante y agónico…
triste.
Sé a ratos (cuando estoy en alza) que las cosas son por un bien mayor…
el de él y el mío. Sé también que si las cosas deben ser serán y si no,
entonces será momento de dar vuelta la página y cambiar de historia… olvidar.
Eso lo asumo cuando la cabeza se me despeja, cuando respiro y creo que puedo
continuar.
Pero cuando las cosas se nublan, todo vuelve a cero… caigo en un
espacio negro, lleno de dolores… veo sólo paredes oscuras y no hay salidas… y
soy presa del miedo y de un llanto sin control.
Nunca he creído que soy fuerte… sobretodo cuando el dolor se disipa
hasta mi estómago y estruja mi interior. Tengo tantos miedos… terror de que
todo se termine, que todo se vuelva polvo. Miedo de arrojar por la borda estos
años de darlo todo por el todo, de ponerse en evidencia, de mostrar el interior,
de amar…
Al final es verdad eso de que el amor concede a los demás el poder
para destruirte.
No tengo claro lo que va a pasar, si es que las cosas volverán a tener
el ritmo que solían, o si es que una réplica de tormenta arrasará con todo lo
que queda… no lo sé y me gustaría, pero es imposible.
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